La inteligencia emocional nos describe una habilidad que tiene innata todo ser humano. Sin embargo, esta habilidad hay que trabajarla regularmente para conseguir percibir, asimilar, comprender y regular nuestras propias emociones y la de quienes nos rodean, es decir, para mejorar nuestro crecimiento emocional e intelectual.
Desde que en 1990 los autores Salovey y Mayer publicaron su famoso artículo sobre la ‘Inteligencia Emocional’, este término ha ido tomando forma hasta llegar a nuestros días. Según lo definían ellos, la inteligencia emocional es la capacidad para supervisar los sentimientos y las emociones de uno mismo y de los demás, de discriminar entre ellos y de usar esta información para la orientación de la acción y el pensamiento propios.
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